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El vitral roto
Durante una tormenta, una fuerte ráfaga de viento arrancó el vitral más célebre de una catedral, el cual se estrelló contra el atrio. Los pedazos de vidrio fueron recogidos cuidadosamente y guardados en una caja al fondo de la catedral. En lugar del vitral se puso un simple cristal. Cierto día un artista muy bueno en este tipo de trabajo ofreció sus servicios para restaurarlo. A partir de los fragmentos que habían sido recogidos y, gracias a algunas fotos, la restauración fue todo un éxito y dejó impresionados a los parroquianos.
¡Pensemos en tantos de nuestros planes o proyectos que no logramos llevar a cabo debido a las tempestades de la vida! Una decepción, un accidente, una enfermedad, una defunción, un despido, un problema económico... ¡y todos nuestros planes quedan reducidos a la nada! Pero aun así, no nos desanimemos, sepamos confiar en nuestro Dios. Si permitió ese problema es para nuestro bien, sin duda tiene en vista algo mejor para nosotros, porque nos ama. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32). Mientras que el artista sólo podía reconstruir exactamente la obra de arte, nuestro Dios, tomando en sus manos las circunstancias de nuestra vida, las transforma para su gloria y para nuestra bendición.
“Si aflige, también se compadece según la multitud de sus misericordias; porque no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres” (Lamentaciones 3:32-33).
Eclesiastés 1:1-2:11 - Santiago 4 - Salmo 138:1-5 - Proverbios 29:7-8
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