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Fluctuat nec mergitur
En París, en la fachada de la alcaldía y en muchos otros edificios, podemos ver el emblema de la ciudad: un barco blanco sobre un fondo rojo, y la siguiente divisa inscrita en latín: «Fluctuat nec mergitur», es decir, «Es sacudido por el oleaje, pero no se hunde».
El emblema de París, que data del siglo 13, era el símbolo de la corporación de los «Mercaderes del agua» que regía la ciudad en la Edad Media. Luego se añadió esta divisa, pues París resistió a varias tormentas, por ejemplo la de la revolución en 1789.
Sin embargo la Biblia nos dice que “las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas” (2 Corintios 4:18). ¡Eso quiere decir que un día París desaparecerá!
Pero la Iglesia del Señor no puede hundirse. En cierto sentido no es visible, pues no siempre podemos distinguir entre aquellos que forman parte de ella, los creyentes, y los que son cristianos sólo de forma externa. La verdadera Iglesia es espiritual: es el cuerpo de Cristo, un templo espiritual en el que se adora a Dios (1 Pedro 2:5). Está formada por todos los verdaderos creyentes esparcidos por todo el mundo.
A pesar de todas las persecuciones y los diversos ataques, la Iglesia de Jesucristo no ha sucumbido, pues el Señor la sostiene y la santifica (Efesios 5:25-26). Amigos creyentes, animémonos, la Iglesia tiene un destino eterno más allá de las tempestades de este mundo. Nuestra responsabilidad como cristianos es hacer que la Iglesia sea visible, actualmente, en la tierra.
Cantares 7-8 - Apocalipsis 9 - Salmo 143:1-6 - Proverbios 30:1-4
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