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¿Qué escoger?
Estoy en un mundo que cambia, decepciona y pasa. ¿A qué certitudes puedo aferrarme? ¡Necesito una esperanza para continuar!
El ateísmo no da nada de eso. Además no es lógico: ¿cómo puedo concebir un mundo sin Creador? Para mí es absurdo, pues mientras la ley de causa-efecto dirige todo lo que está en el mundo, ¿por qué el universo sería una excepción?
Tampoco puedo imitar al hombre religioso, pues las formas a las que se aferra dejan mi corazón vacío. Algunas personas tienen esperanza en una improbable reencarnación, pero la Biblia habla con autoridad y dice que no existe tal cosa. La Palabra de Dios dice, gústeme o no, que está reservado para los hombres que mueran una sola vez... y después de la muerte viene el juicio (Hebreos 9:27). Estas afirmaciones no pueden dejarme indiferente, pues están sacadas de la Biblia.
Pero Dios no quiere dejarme con esta terrible perspectiva de su juicio, por ello envió a su Hijo, quien llevó sobre sí el castigo que yo merecía. Me perdona y hace de mí su hijo si reconozco que necesito personalmente del sacrificio de Jesús en la cruz.
Entonces me encuentro ante una solemne decisión: ¿me adhiero a una de las numerosas teorías que pretenden explicar todo de la vida y de la muerte, o leo la Biblia con fe? ¡En la Biblia encuentro al Salvador!
“Os he puesto delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la vida, para que vivas tú y tu descendencia” (Deuteronomio 30:19).
Job 22-23 - Hebreos 9:15-28 - Salmo 128 - Proverbios 28:3-4
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