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Testigos inesperados
Jesús, tal y como lo había anunciado, fue crucificado (Mateo 26:2). Fue traicionado por Judas, abandonado por los discípulos, negado por Pedro, entregado por los jefes religiosos a Pilato, el gobernador romano, que le condenó para que fuese crucificado. Sin embargo cinco personas, de las más inesperadas, testificaron sobre su inocencia:
El primer testigo fue Judas. Lleno de remordimientos, dijo a los jefes religiosos: “Yo he pecado entregando sangre inocente” (Mateo 27:4).
El segundo fue la mujer de Pilato, quien dio una seria advertencia a su marido: “No tengas nada que ver con ese justo” (Mateo 27:19).
El tercer testigo fue el mismo Pilato, quien en tres ocasiones reconoció la inocencia de Jesús: “Ningún delito hallo en este hombre” (Lucas 23:4), sin embargo lo condenó a muerte.
El cuarto fue un malhechor crucificado al lado de Jesús. Su corazón fue alcanzado, y después de confesar su culpabilidad, declaró: “Recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo” (Lucas 23:41).
El último testigo fue un centurión (capitán) romano que vigilaba a los crucificados. Estaba tan impresionado por la muerte de Jesús, que clamó: “Verdaderamente este hombre era justo” (Lucas 23:47).
¡Y el testimonio supremo: Dios lo resucitó de entre los muertos!
Nosotros podemos dar este testimonio: Jesús es el Cristo, el santo Hijo de Dios. Nunca cometió pecado, pero llevó mis pecados en la cruz.
Cantares 1-2 - Apocalipsis 6 - Salmo 141:1-4 - Proverbios 29:23
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