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Falta una dimensión
Hay un objeto cilíndrico sobre una mesa. Se le pide a dos niños que lo miren y representen en una hoja de papel lo que ven. El primero ve el objeto desde arriba y dibuja un disco. El segundo ve el objeto de frente y dibuja un rectángulo.
Imagínese que ahora mostremos esos dibujos a un tercer niño. Le costará admitir que se trata del mismo objeto. Un disco y un rectángulo dibujados en una hoja no son lo mismo, pues al dibujo le falta una dimensión. ¡Todo quedaría explicado con un dibujo en perspectiva!
En el ámbito de las realidades espirituales sucede algo parecido. Nuestras mentes están limitadas a las dimensiones del hombre; por ello los pensamientos de Dios, que podemos leer en la Biblia, a veces nos parecen contradictorios, pues nos faltan ciertas dimensiones.
Por ejemplo, la Biblia afirma que Dios quiere la salvación de todos los hombres (1 Timoteo 2:4). Pero también muestra que no todos serán salvos, ya que es la responsabilidad del hombre aceptar la salvación. ¿Cómo podemos conciliar esto con el hecho de que todo es posible para Dios?
Igualmente la soberanía de Dios, quien hace gracia a quien quiere, y la entera responsabilidad del que rechaza esta gracia, nos parecen incompatibles. ¡Y podríamos multiplicar los ejemplos!
Cuando nos enfrentamos a tales dificultades, recordémonos que al espíritu humano le faltan las dimensiones divinas. Ciñámonos a lo que Dios afirma en su Palabra y creamos con fe, sin reserva. ¡Ésta es la verdadera sabiduría!
Job 25-27 - Hebreos 10:19-39 - Salmo 130 - Proverbios 28:7-8
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