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Nuestra anhelada libertad
Hoy Francia conmemora la Fiesta de la Federación, instaurada un año después de la toma de la Bastilla1) en 1789, símbolo del comienzo de la era republicana, y en particular, de la libertad. Todo francés es libre respecto a sus ideas, religión, libre de reunirse con otros… ¡Esto no siempre fue así!
¡Pero Jesús nos dice que no somos libres! ¿Cómo se entiende esto?
Es cierto que en nuestra vida a menudo tenemos todo tipo de ataduras: obligaciones que nos cuesta aceptar, deseos irrealizables, sentimientos de amargura, de impaciencia, de ira, de miedo, de culpabilidad… de frustración, de desesperanza… en otras palabras, ¡de falta de libertad! ¡No hacemos lo que queremos! Además, nuestra conciencia está ahí para recordarnos ciertos actos, ciertas palabras que nos avergüenzan… Felizmente, Jesús nos mira lleno de compasión y esperanza. Él no vino para juzgar, sino para salvar (Juan 3:17).
¡Cuántas codicias y obsesiones nos tienen encadenados! Pero Dios quiere liberarnos de nuestra condición de esclavos, redimiéndonos. Nuestro rescate fue pagado cuando Jesucristo se entregó por nosotros en la cruz. Nos ofrece su perdón; el que lo recibe es, por fin, liberado de la culpabilidad.
Y, lleno de agradecimiento hacia su Salvador, puede servirle voluntariamente. ¡Servir por amor es la verdadera libertad!
1) Fortaleza y prisión en París, Francia.
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